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[ENTREVISTA: Salvador Del Solar, director de “Ramón & Ramón”]

  • Foto del escritor: Gonzalo "Sayo" Hurtado
    Gonzalo "Sayo" Hurtado
  • 9 ago
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 10 ago

La edición 29 del Festival de Cine de Lima nos reservó en la sección “Galas” el estreno del segundo largo de este actor y director, quien nos presenta un drama intimista con la pandemia de COVID-19 como trasfondo.


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Si bien el debut de Salvador Del Solar como director con una ambiciosa producción como Magallanes (2015) le brindó mucha repercusión internacional, un obligado hiato se dio en su carrera cinematográfica luego de embarcarse en una aventura política como Ministro de Cultura y Presidente del Consejo de Ministros del Gobierno de Martín Vizcarra. Ya libre de tales obligaciones, regresó a la actuación e incluso dirigió algunos episodios de la miniserie Los Prisioneros” (2021-2022).

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El largo "Magallanes" (2015) y la miniserie "Los Prisioneros" (2021-2022), los otros proyectos de dirección de Salvador Del Solar.


Su segunda incursión como director en el largo, nos trae una película de vocación más sencilla y sosegada que su obra anterior, siendo una historia real que le fue confiada por el productor Miguel Valladares sobre Ramón (Emanuel Soriano), un joven ingeniero que es gay y que está perturbado por la muerte de su padre, homónimo suyo, con quien no tenía mayor relación ya que éste no aceptaba su opción sexual. En plena pandemia, su descomposición emocional se da tanto por el encierro como por la vista de la urna con las cenizas del difunto. El contacto de un vecino español de su edificio, le brindará un espacio de reflexión y para poder hacer las paces consigo mismo. Aquí, la charla que tuvimos con el director en el marco del Festival de Cine de Lima.

 

SAYO HURTADO: ¿Cómo fue tu acercamiento a este proyecto?

 

SALVADOR DEL SOLAR: Es una historia que conoce Miguel Valladares (gerente de Tondero producciones) y me comentó que ocurrió durante la pandemia y que es sobre un chico gay -encerrado por un confinamiento obligatorio- y que conoció a un europeo atrapado en el Perú porque se cerraron los aeropuertos. Éste último no es gay, son contemporáneos, se cruzan en el edificio, comienzan a compartir tiempo juntos, y lo que es una relación social equivalente a estar atrapados en un crucero se convierte en algo para lo que el vocablo amistad no parece alcanzar, surgiendo de manera inesperada un espacio para un afecto mayor que ninguno de los 2 podría imaginar.

 

Miguel me preguntó si me interesaría llevar esta historia al cine y le contrapropongo incluir ese otro amor por un hombre heterosexual que el chico ya tenía y que es su padre. Con ese punto de partida, inmediatamente vino esta imagen de que pasaría si un joven gay que no terminó de hacer las paces y de resolver los asuntos pendientes con su padre se viera en la necesidad de recibir sus cenizas.

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Ramón (Emanuel Soriano) afligido por su encierro físico y emocional 


SH: ¿Qué te seducía más al desarrollar este guión? 

 

SDS: La pandemia en sí misma es un golpe de una contundencia que quizás no terminamos aún de asimilar. Hay personas que en algún punto han hablado con mucha razón de hacer una Comisión de la Verdad para que sepamos todo lo que eso significó para nuestro país. Sin embargo, reconociendo eso, me interesaba particularmente la posibilidad que nos dio la pandemia –a quienes no nos golpeó de la manera más artera- para no pudiendo ir en ninguna dirección por estar encerrados, poder explorar el camino hacia adentro para revisarnos y ver que asuntos pendientes podíamos tener en este paréntesis forzado, pero que daba una circunstancia estimulante para combinar con esta historia que traía Miguel Valladares.

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Presentación de "Ramón y Ramón" durante el Festival de Cine de Lima 


SH: ¿Cómo fue posible involucrar a la productora “El Deseo” de Pedro Almodóvar?

 

SDS: Esa fue una gestión de Miguel Valladares. Es un trabajo que él ha estado haciendo en el tiempo en España, buscando coproducciones. Él ya había conocido a los hermanos Almodóvar y a la productora Esther García. Tengo entendido que él ya había hablado con ellos de algún proyecto y es en ese contexto que ese guión, que ya habíamos desarrollado en un primer año, no consiguió ganar el premio de DAFO, aunque la verdad es que en ese momento aún no estaba cuajado. Hubo mucho trabajo después de ello y al siguiente año ya teníamos un guión en condiciones de ser considerado. Esther García se tomó un tiempo en evaluarlo y nos respondió que estaba interesada. De hecho, cuando el proyecto queda finalista en el concurso de ese año, Esther nos acompañó en el “pitch”. Esto es el éxito de un trabajo de explotación y medición que Miguel ha hecho como productor a lo largo de varios años y al que pudo encontrarle eco.

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SH: ¿Consideras que el hecho de que el protagonista –que goza de algún privilegio social dentro de la historia- crea mayor conexión con el público por sus raíces provincianas?

 

SDS: Ese es un rasgo que corresponde a la historia original. Efectivamente, es un elemento que puede generar un eco mayor y al que sumamos la figura del padre ausente. Teniendo todos esos elementos juntos, se vuelve más interesante la idea sobre un chico que ha llegado a acceder a una clase media y cuyo impulso por separarse de su lugar de origen viene como consecuencia del deseo de separarse del padre, pero no es alguien que reniegue de sus raíces. En la película apenas podemos percibir sus memorias, pero son detalles que él atesora. El tema se da cuando el padre rechaza la homosexualidad que hay en él, abriéndole un dolor profundo que lo va llevando a meter todo en un mismo saco: a su padre, a Mito (que es el distrito en Concepción del cual viene) e incluso a su prima, que es una persona entrañable, pero a quien inicialmente trata con cierta distancia. Creo que toda esa separación ofrecía un terreno mucho más fértil para ese camino de regreso a sí mismo.

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 Ramón (Emanuel Soriano) y Mateo (Álvaro Cervantes)


SH: Tu anterior película, Magallanes, era una producción de mayor envergadura. Ahora, optas por una película con vocación netamente intimista…

 

SDS: Magallanes tuvo una decisión desde la estructura del guión que fue revestir a la historia desde el thriller, para luego descubrir lo que realmente traía adentro. Ramón & Ramón, en cambio, está desprovisto de ese recurso. Es más íntima correspondiendo más al momento del encierro. Inicialmente es un poquito más claustrofóbica y nos acerca más a esas incomodidades antes de acercarse a su propio ritmo. Ahí vivimos la experiencia de un Ramón que no sabe que hacer y que no tiene ningún interés en seguir otro camino. El sentido de mandar las cenizas de su padre al interior como una encomienda, se va deshaciendo porque eso es lo que cree que quiere o lo que quisiera querer. Poco a poco se va abriendo a reconocer que hay un dolor que le hubiera gustado sanar. Eso es parte del núcleo. Que eso corresponda con un acercamiento a las raíces de su padre y a una de las regiones centrales del país, creo que es algo que viene con la historia más que con la búsqueda de una metáfora.

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SH: ¿Emanuel Soriano fue tu primera opción para el protagónico?

 

SDS: De hecho, le dije muy tempranamente al guionista Héctor Gálvez que yo tenía en mente a Emanuel desde que empezamos a escribir. Pero no solo eso, ya que le conté a Emanuel que estábamos escribiendo pensando en él. Además, le dije, apelando a su generosidad, que de todas maneras quería abrir un proceso de casting. Era importante que supiera que estábamos pensando en él, pero que iba a haber de todas maneras un casting para ver si algo nos sorprendía. Cinco actores más participaron y lo hicieron muy bien, pero quien más nos convenció fue Emanuel. Su casting fue muy delicado, muy íntimo y me convenció totalmente que era Ramón.

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Emanuel Soriano presentando "Ramón y Ramón" durante el Festival de San Sebastián 2024


SH: Entre los secundarios tenemos a actores con experiencias muy disímiles como Jely Reátegui, más asociada a la comedia, y a Lucho Ramírez, más conocido en el teatro, pero con una presencia escénica muy fuerte.

 

SDS: Aquí me pasó algo similar que con Emanuel y lo hablamos con Héctor: para mí, ese personaje era para Lucho Ramírez. Es un actor con una fuerza telúrica. Hay una voz que le sale como del subsuelo. De alguna manera, Lucho protagoniza un par de escenas obligatorias y que la historia ya estaba prometiendo. Era necesario un adversario que pusiera a prueba todo lo que Ramón tenía atragantado en la garganta. Quedé muy agradecido con él, pero no asombrado, porque sé lo que espero de un actor de la talla de Lucho Ramírez. En el caso de Jely, ella tiene un sentido del humor y una capacidad para la comedia que me parecen extraordinarios. La primera vez que la vi trabajar fue en la obra teatral “Incendios” y me llamó la atención su fuerza dramática. Recuerdo una escena que ella tenía con Norma Martínez y yo me preguntaba: “¿De dónde salió esta actriz?”

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El reencuentro de Ramón con sus raíces serranas. 


SH: Llama la atención la aparición del mexicano Darío Yazbek en un papel pequeño al inicio de la película…

 

SDS: Como productor de la película, fue una idea de Miguel Valladares, que le parecía que ese papel podía ser una participación especial de algún actor con proyección internacional cuya inclusión en el elenco pudiera fortalecer las posibilidades de mercado de la película. Cuando Miguel me habló de eso, me pareció que no había ningún inconveniente en que pudiéramos contar con un actor internacional. Me dio mucha satisfacción que, a pesar de la brevedad del papel, Darío pudiera interesarse por la película y participar con mucho gusto y profesionalismo.

El autor de la nota y el director Salvador Del Solar
El autor de la nota y el director Salvador Del Solar

SH: ¿Cuán fundamental fue contar con un fotógrafo de la experiencia de Inti Briones?


SDS: Fue un enorme placer trabajar con él, fue el cómplice ideal. Es una persona que no solo tiene una gran disposición a escuchar lo que estás buscando, también mucha generosidad para ofrecer lo que él ve a partir del material que le das. Él me pidió expresamente estar en los ensayos y estaba muy interesado en ver a los actores en esa parte. En mi corta experiencia tanto en Magallanes como en Ramón & Ramón, aparecen cosas que el guión apenas había insinuado o que los mismos guionistas ni siquiera habíamos sospechado. Inti me acompañó en ese lugar y nos pareció muy interesante jugar como esquema de punto de partida el contraste entre el encierro de las paredes de un departamento geométrico y luego la apertura gradual que se da tanto en la ciudad, vacía o semivacía, y, finalmente, a la sierra y todos esos paisajes con los que uno tendría que preguntarse ¿por qué está reñido Ramón? Ello mientras su compañero en este viaje (el español Álvaro Cervantes) no puede resistirse a sacar su cámara de fotos y retratar lo que está alrededor, al contrario de Ramón que sigue dentro de sí mismo. Es contra eso que queríamos enfrentar a Ramón y evidenciar su necesidad de cambio.

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SH: El mismo hecho que ambos personajes se manden a hacer un viaje en plena pandemia con el riesgo latente de un contagio, suena a una necesidad urgente de romper el encierro a cualquier precio…

 

SDS: Ramón no estaba planeando viajar. Él solo quería enviar las cenizas, pero eso es parte de la dinámica y del proceso con el padre fallecido: tratarlo como un objeto indeseado o una suerte de adorno que ha llegado y que él no quiere. Lentamente, hay un proceso de acercamiento y humanización al punto en el que hay un momento –sin que entendamos por que- en el que él quiere irse.

 

SH: Aunque ya no seas un protagonista directo de la política, este tema está más presente que nunca por la modificación de la ley de cine y el peligro en el que se encuentran los estímulos para el cine peruano…

 

SDS: Esto nos debiera llevar a recordar que más de un gobierno fue parte de muchas conversaciones con el legislativo de turno para sacar una nueva ley de cine. Eso no es nada fácil de hacer. A veces, en todo un quinquenio no se toca el tema porque la política es compleja y porque, lamentablemente, nuestros políticos, a la hora de la hora, no priorizan algo como la ley de cine como tendrían que hacerlo. Nuestro cine merece un contexto legal mucho más favorable que el que ya le dábamos. Ha habido muchas mejoras en las últimas décadas: hay recursos que no han dejado de llegar, hay un cine regional que gracias a unos estímulos específicamente dirigidos ha podido surgir y representar al cine peruano de la mejor manera. Muchas de las alegrías recientes de nuestro cine se deben a ello e ir en contra de eso me parece triste.


Es lamentable abrir una puerta a una posible censura supuestamente contra “ideologías”, pero más lamentable es que no siendo fácil modificar el esquema legal que rige al cine, se haya tenido la oportunidad y no se haya aprovechado para ponernos a competir con los países líderes de la región que es lo que nuestro cine se merece por sus propios méritos. Un país multicultural como el Perú y que debería ser tan competitivo como Colombia, Chile o México, es llevado por una mirada de estrechez y mezquindad política. No se ha mejorado nada y se han puesto más piedras en el camino. Ojalá que esta triste conclusión nos lleve a la posibilidad de pensar que el audiovisual para un país de nuestra riqueza cultural, es una herramienta esencial en muchísimos aspectos y que, por lo tanto, debiera verse como una prioridad nacional, no como un pretexto para pequeños pleitos políticos.

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Elenco y equipo de "Ramón y Ramón" durante la Alfombra Azul en el Festival de Cine de Lima

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